Rafael López Aliaga (Porky), empresario y excandidato presidencial, asumió la alcaldía de Lima Metropolitana en enero de 2023 con un discurso populista centrado en la lucha contra la inseguridad, el caos vehicular y la corrupción. Prometió una «Lima potencia mundial» y el retorno de los valores cristianos a la gestión pública. Sin embargo, a más de un año de gestión, su administración ha sido duramente criticada por la falta de ejecución real de proyectos, escasa presencia en los territorios más vulnerables y decisiones poco claras en materia de transporte y seguridad.
Durante su gestión, López Aliaga (Renovacion Popular) ha sido señalado por mantener una postura más mediática que ejecutiva. Su estilo confrontacional y sus ausencias constantes en espacios clave de diálogo han generado el apodo de «el alcalde ausente». Además, diversas promesas como el teleférico de San Juan de Lurigancho, el retiro masivo de ambulantes o el reordenamiento del transporte siguen sin concretarse, mientras los problemas estructurales de la capital continúan agravándose.
Su equipo de trabajo también ha sido objeto de controversias, con cambios frecuentes de funcionarios y denuncias por presunta contratación de personal sin experiencia técnica. Mientras tanto, en redes sociales y apariciones públicas, el alcalde ha priorizado un discurso religioso y polarizador que, según sus críticos, no responde a las urgencias reales de Lima, una ciudad con más de 10 millones de habitantes y múltiples crisis superpuestas.
A pesar del descontento creciente, López Aliaga mantiene una base de seguidores fieles, aunque cada vez más sectores sociales y políticos lo cuestionan por lo que consideran una gestión débil, desconectada y sin visión de ciudad. Lima, capital del Perú y epicentro del desarrollo nacional, parece seguir esperando una administración que combine liderazgo, planificación y resultados, más allá de los discursos y las cámaras.