El conflicto comercial entre Estados Unidos y China ha intensificado la volatilidad en los mercados financieros globales, generando consecuencias inmediatas en economías interconectadas como la peruana. En apenas 48 horas, la Bolsa de Valores de Lima (BVL) experimentó una caída brusca, perdiendo cerca de US$ 16,400 millones en valor de mercado. Esta reacción obedece, en parte, a la desconfianza de los inversionistas ante un posible freno en el crecimiento económico mundial, especialmente por la afectación al comercio internacional y la demanda de materias primas.
Para Perú, cuyas exportaciones dependen en gran medida de minerales como el cobre cuya principal compradora es China, un menor dinamismo global podría traducirse en caída de ingresos fiscales, reducción en la inversión privada y menor generación de empleo en sectores estratégicos. A esto se suma el riesgo de una mayor volatilidad en el tipo de cambio y en los flujos de capitales. Diversos organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) han advertido que las tensiones prolongadas entre ambas potencias podrían desacelerar la economía mundial, lo cual representa un reto adicional para países emergentes que aún enfrentan brechas estructurales en productividad y competitividad.